La Tierra se encuentra en una crisis ecológica sin precedentes cuyos afectan a las comunidades de todo el mundo. Los desafíos políticos que se imponen al intentar transformar esta realidad nunca han sido mayores, y vienen acompañados de una inestabilidad política y económica que va en aumento al igual que un alarmante resurgimiento de nacionalismo extremo, xenofobia, e ideología de derecha. Al posicionarse la nueva gestión de Estados Unidos para otorgar mayor poder a las corporaciones en el contexto de la gobernanza global, el bienestar de todas las comunidades depende de la acción de base tanto a nivel local como internacional. Quien debe encabezar este movimiento es la dirigencia de las poblaciones más afectadas – Pueblos Indígenas, people of color, y defensoras y defensores de primera línea que se alzan exigiendo respeto al planeta y una autonomía verdadera para sus pueblos.

En Guatemala, al igual que en el resto del continente, las comunidades indígenas llevan siglos arriesgando sus vidas al defenderse del colonialismo, el imperialismo, y el capitalismo – justamente los sistemas que han llevado a la crisis a la que nos enfrentamos en la actualidad. Hoy día, las comunidades de Guatemala se ven amenazadas por diversos frentes: el país es uno de los diez más afectados por el aumento de la temperatura y patrones climáticos extremos e impredecibles y a su vez está ubicado en una de las regiones más peligrosas del mundo para las defensoras y defensores del ambiente. Al mismo tiempo, según la Unidad de Protección de Defensoras y Defensores de Derechos Humanos, Guatemala (UDEFEGUA), las defensoras y defensores de derechos indígenas y del ambiente es uno de los grupos más agredidos en el país.