A view of Santiago Volcano from Atitlan lake, across the water some sticks covered by the water

Fotografía por NISGUA

Puede ser difícil para quienes están afuera de NISGUA entender las luchas que apoyamos aquí en Guatemala. Si se me preguntara, eso es debido en gran parte a la cantidad de historia y contexto necesario. Porque lo que realmente se necesita no es sólo que alguien entienda lo que significan las luchas por la vida en Guatemala, sino también que esta comprensión le lleve de vuelta a los orígenes de sus propias historias. Y es esta revolución – desplegar nuestras perspectivas para que vuelvan hacia nosotros – la que hace las revoluciones.

Una lucha central para les defensores de la tierra en Guatemala hoy es la lucha por Acuerdos Municipales en Protección del Agua. Al entender porque les defensores están comprometides a esa lucha en ese momento en particular, se necesita un poquito de historia.

En 2016, tres ríos de manifestantes vertieron desde el norte, este, y sur para converger en la Ciudad de Guatemala. Ellos estaban caminando por el agua. Cientos de personas – principalmente pobre e Indígena – viajaron hasta 250 km a pie en un clima sociopolítico en el que el activismo medioambiental acorta considerablemente la esperanza de vida (1). Muchos defensores de la tierra acaban en la cárcel o asesinados, y Guatemala sigue teniendo una de las tasas de homicidio de activistas medioambientales más altas del mundo.

No obstante, cientos de personas arriesgaron sus vidas, en adición a varios días de trabajo, para demandar la protección del agua. Haber llegado a la Ciudad de Guatemala, los manifestantes convocaron “El Tribunal de Consciencia” durante el cual condenaron a las corporaciones por violar los derechos de la tierra, el agua, y las personas Indígenas. Esas violaciones toman la forma de mineras, represas hidroeléctricas, y otros megaproyectos extractivos que son impuestos en tierras Indígenas sin su consentimiento. Esa demostración fue un momento importante para organizadores comunitarios de todos lados del país para discutir estrategias y metas (2). Un resultado de aquellas conversaciones fue la decisión de establecer acuerdos municipales para la protección del agua en las 31 municipalidades en el departamento occidental de Huehuetenango. La contraparte histórica de NISGUA, la Asamblea Departamental de Huehuetenango (ADH), sigue realizando esa meta siete años después.

Fotografía por NISGUA

Un poquito de contexto: Huehuetenango es un departamento con una mayoría de personas Indígenas que comparte frontera con México. Está compuesto de lindos ríos, bosques, y comunidades que cultivan café y otras semillas en las montañas. La región ha visto algunas de las tasas más alta de migración hacia al norte, así como una presencia aumentada de militares guatemaltecos, mexicanos, y estadounidenses a lo largo de su frontera mientras que la represión transnacional de la migración se ha intensificado en los últimos años.

Por supuesto, la demostración en 2016 no fue la primera, última o única lucha por el agua. Desde que existe la colonización, el monocultivo, y los megaproyectos en Guatemala, la gente ha luchado por proteger el agua. Para muchas personas en EEUU, salvo las pocas personas afortunadas que tienen un pozo individual, el agua llega a nuestros grifos sin mucha consideración de dónde viene y cuántas millas se ha desviado para llegar a nuestras puertas. Muchas personas dan por sentado nuestra distancia del agua, también la transportación y sanitización de ella. Es por eso, tal vez, por qué no sentimos todos un impulso ferviente y automático de levantarnos en armas cada vez que nos enteramos de las luchas por el agua en otros lugares.

Mientras que la lucha por agua ha tomado varias formas en varios momentos en Guatemala, la violencia que se está usando para despojar al pueblo del agua ha sido realizada de una manera continua: la militarización. 

En términos generales, la militarización describe la preparación cultural, simbólica, y material para una guerra, y es marcada por la presencia de militares estatales en la vida diaria (3). Según esta definición, el gobierno guatemalteco y las corporaciones transnacionales han estado haciendo guerra en contra del agua durante décadas. Eso no es hipérbole. Como no es una descripción precisa cuando, en las palabras recientes de une defensore, el estado en busca de ganancias financieras está “pretendiendo volvernos esclavos en nuestras propias tierras, nos llaman invasores de nuestros propios territorios y nos desalojan, a mujeres, niños, niñas, abuelas, abuelos, hombres y mujeres somos perseguidos, desplazados, asesinados.” (4) Cuando se utilizan vehículos, armas e inteligencia de grado militar contra civiles porque es una supuesta amenaza a la seguridad nacional que se proteja algo elemental como el agua potable, ¿no tiene sentido que la gente sienta que están luchando por su vida? Esta militarización perturba a comunidades enteras, no sólo físicamente, sino también culturalmente. El agua, además de ser necesaria para vivir, tiene significados simbólicos y espirituales en las culturas mayas que son más antiguos que la propia sociedad occidental.

Porqué, entonces, cuando hay tanta vida en peligro, ¿usaría el ADH los Acuerdos Municipales en Protección del Agua como su arma organizativa preferida? ¿Cuál es el significado de esos acuerdos y cómo pueden proteger a la comunidad?

En resumen, los Acuerdos Municipales en Protección del Agua establecen que, en virtud del derecho nacional e internacional, los gobiernos tienen la responsabilidad de promover y proteger la supervivencia de las personas, y puesto que el agua es esencial para la vida, los gobiernos tienen la responsabilidad legal de proteger el agua. Como tal, todas las fuentes, afluentes y recursos hídricos tienen garantizada la protección legal y su daño – ya sea por privatización, contaminación o desvío – es sancionable según la ley (5).

Estos acuerdos deben ser firmados por el alcalde municipal para ser aprobados. Como la política es un juego de favores y favoritos, los 33 alcaldes municipales de Huehuetenango se alinean con la élite conservadora y rara vez actúan sin presiones. Y ahí es donde entra en juego la organización comunitaria.

Cada Acuerdo Municipal en Protección del Agua es un gran logro de organización comunitaria. En cada uno de los 4 municipios en los que los funcionarios han redactado Acuerdos en Protección del agua, los miembros del pequeño equipo de la ADH han dedicado incontables horas hablando con la gente. A través de talleres, carteles y reuniones uno a uno, la ADH educa poco a poco a los vecinos sobre el derecho humano al agua y cómo pueden proteger ese derecho exigiendo que su alcalde firme un Acuerdo Municipal en protección del agua. Hay que tener en cuenta que una de las mayores formas en que la corrupción asoma la cabeza en Guatemala es negando a la mayoría de la población la educación sobre sus derechos, las leyes y el funcionamiento del gobierno. Por ello, el trabajo de la ADH requiere la construcción de bloques estratégicos de educación popular, al mismo tiempo que se comunican a través de varios idiomas mayas y sus diferencias culturales.

Y, sin embargo, uno no puede evitar preguntarse por qué estos defensores de la tierra dan tanta importancia a la legislación en un país donde la ley nunca ha impedido que las élites poderosas hagan lo que quieren. La ADH lo sabe. Durante una conversación que mantuve con ellos el otoño pasado, me aclararon que “la memoria del pueblo es más importante que la ley”. Esta frase contiene la clave de su organización.

Las conversaciones individuales que la ADH mantiene con la gente del pueblo, la difusión de la idea básica de que toda persona – Indígena, pobre, mujer, joven – tiene derechos inalienables, la prueba de que una voz unida puede hacer que los legisladores tomen medidas que de otro modo no habrían tomado, estas memorias del cambio son lo que importa. Porque es esta semilla de dignidad, sembrada a través de las relaciones, que ningún gobierno o nivel de militarización puede arrancar de raíz. Al hacer este trabajo, la ADH nos muestra una forma de crear poder en un juego que parece perdido. Y esta es precisamente la sabiduría que se necesita en Estados Unidos y más allá, a medida que la corrupción, el cambio climático y el racismo hacen que cada vez parezca más que la muerte supera a la justicia.

La ADH nos enseña que todos tenemos la increíble herramienta organizativa de recordarle a otros que son humanos, sagrados y dignos. Y cuando uno se mueve desde este lugar de poder inherente, se hace inevitable luchar por la vida; luchar por el agua.

Fuentes:

  1. “En Guatemala, marchan por la defensa del Agua, la Madre Tierra, la Vida y el Territorio”, Desinformémonos, web, 2016. 
  2. “Guatemala: indígenas inician Marcha por el Agua y Madre Tierra”, teleSURtv, web, 2016.
  3. Andrew Bickford, in International Encyclopedia of the Social & Behavioral Sciences (Second Edition), web, 2015. (Solo disponible en inglés)
  4. “Guatemala. Contundente e ilustrativo documento de autoridades ancestrales sobre la situación de avasallamiento de derechos y represión a las comunidades indígenas”, Resumen Latinoamiercano, web, 2022.
  5. Acuerdo Municipal en Protección al Agual de los Municipios de Santiago Chimaltenango, San Pedro Necta y San Ildefonso Ixtahuacándel, Departamento Huehuetenango, publicación impresa, 2021.
  6. Jacobo Garcia, “Así se compra un Estado. Cómo una minera rusa corrompió todos los poderes en Guatemala”, El Pais, web, 2022.

Escrito por

Maisie

Internacionalista de NISGUA 2022-2023