Durante la semana del 15 al 19 de abril continuó el juicio por el Genocidio Ixil contra Benedicto Lucas García. Durante las audiencias estuvieron presentes miembros de la Asociación para la Justicia y Reconciliación (AJR), Autoridades Ancestrales Indígenas Ixiles de Nebaj y miembros de la sociedad civil nacional e internacional. Se presentaron 10 testigos y dos peritajes forenses.

Los testimonios muestran de primera mano el impacto de las masacres ocurridas en el Departamento de Quiché durante 1981 y 1982, los asesinatos ocurridos a las familias de los sobrevivientes, miembros de su comunidad, la perdida de sus hogares y pertenencias, sus piedras de moler, ponchos, animales, así como las condiciones de vida de ellos, de bebes, de niños y ancianos, quienes en el refugio en las montañas pasaron hambre, enfermedades, persecución y miedo constante.

Los momentos más dolorosos de esta historia de violencia se grabaron en los cuerpos de manera física, emocional, mental y espiritualmente. A pesar de la edad, de su situación de salud y de la distancia que toca que recorrer para estar presente en la audiencia esta semana, Benancio, Baltazar, Cleto, Antonia, Catarina, Pedro, Juana y Ana brindaron su testimonio con mucha fuerza: “estamos aquí por quienes ya no pueden estar, por hijos, padres, madres, hermanos, amigos, vecinos, compañeros de vida y pedimos justicia”

Te invitamos a conocer parte de sus testimonios leyendo la siguiente actualización:  

Lunes 15 de abril de 2024 

  • Testimonio de Domingo Velasco.

Su testimonio fue presentado mediante una grabación realizada, como anticipo de prueba, el 3 de julio de 2013, presentada ante el Tribunal de Primera Instancia Penal de la Ciudad de Guatemala.

Él testificó en el tribunal para narrar sobre las personas asesinadas y los desplazamientos forzados ocurridos en su comunidad perteneciente al municipio de Santa María Nebaj. El fue desplazado y pasó a vivir en la cabecera de Nebaj, donde vivió por 4 años por miedo. Mientras estaba viviendo en Nebaj, los soldados lo obligaron a ser patrullero (PAC), le entregaron armas y estuvo “vigilando” por 4 años.

Recuerda que un 10 de abril de 1981 los soldados venían de Cotzal como a la 5 pm cuando llegaron a su aldea masacraron a niños y bebes: “Nos asustamos. Cuando llegó el ejército quemaron casas y mataron a 59 personas”.

“Fueron disparados por armas de fuego. Niños y mujeres, fueron matados en un solo lugar. La comunidad estaba dividida por un camino. Todos los que vivían arriba del camino fueron matados, eran como 14 familias. Ya era casi de noche. Solo escuchaban los disparos. Cinco casas fueron quemadas con todo y sus habitantes. Las quemaron mientras estaban adentro de su casa. Sus nombres eran Andrés Brito, Gaspar. Nicolás, los otros nombres ya se me olvidaron porque han pasado más de 35 años. Todos eran de Nebaj y hablaban el idioma Ixil”

Menciona que no enterraron a las personas asesinadas bajo ninguna tradición. Solo abrieron una zanja, pusieron petates y los colocaron uno sobre otro.

“Llegaron a las 5pm y se fueron como a las 9pm. Nuestra comunidad fabricaba licor y se consumieron el licor, tiraron nuestras cosas, mataron nuestros animales y se fueron. Como nos asustamos tanto y quedamos con el pensamiento que iban regresar, nos fuimos a la montaña 4 meses y regresamos a la comunidad con mucho cuidado. Fueron como 15 personas las que nos fuimos a la montaña, andaban niños con nosotros y daba pena porque colgábamos nylon para aguantar las lluvias.”

“Por culpa de la guerra estamos pobres. Perdimos muchas cosas. Cuesta recuperar las cosas que teníamos en ese momento, mataron a nuestros animales”

  • Testigo Benancio. 63 años. Originario de la Aldea Xolcuay, Municipio de San Gaspar Chajul, Quiché.

El 28 de febrero de 1982. Los soldados bajaron de Nebaj y llegaron a Xolcuay y ahí mataron a su papá, su mamá y sus hermanos. Ese día en Xolcuay reunieron a toda la gente, los sacaron de su casa los reunieron en un lugar y los mataron. “Mi papá Pedro, mi mamá María y mis hermanos Miguel, Juana y Juan.”

Él tenía 21 años. Era el hermano mayor. La más pequeña era Juana, una bebé.

“Llegaron los soldados, los sacaron, reunieron a la gente y los mataron. Yo hui y los vi el día siguiente cuando los soldados volvieron al destacamento. Ellos ya estaban muertos cuando nosotros llegamos. La bala entró en sus corazones. No sé cuantos sobrevivieron. Eran más los que no se murieron. No sé porque les dieron muerte”.

Había mujeres embarazadas. Mara Itzel era una de ellas. Su embarazo ya se notaba: “Solo la mataron y la dejaron ahí.”

“Pude dar sepultura a los miembros de mi familia. Cuando llegue ya están otros vecinos sepultando a los suyos. Al sepultar los solo les pusimos un poncho atrás. Los restos de mis familiares ya fueron encontrados en una exhumación, al principio enterré a toda mi familia en un solo agujero. Ya fueron identificadas. Ahora sus restos están en el cementerio.”

“Los soldados quemaron nuestra casa y pertenencia. Quemaron todas las casas. Yo tocaba marimba y la quemaron.”

Él se refugió en la montaña: “Estuve año y medio en las montañas en el Ixcán. Durante año y medio dormíamos debajo de nylons. No había nada que comer, pero encontramos hierbas y malanga, después sembramos nuestra milpa en la montaña. Estando en la montaña, llegaron los soldados y volvimos a salir. Cuando estuvimos en las montañas, como el corte de los Ixiles rojo, lo miraban y tiraban las bombas.”

“Cuando nos enfermábamos nos curábamos con hierbas. No podíamos ir a un centro médico porque estábamos en la montaña y los soldados en el destacamento.”

Las personas que murieron en la montaña murieron de hambre y de las condiciones infrahumanas a las que fueron orilladas por la persecución de los soldados.

Fotografía por NISGUA. Ciudad de Guatemala, abril 2024

Martes 16 de abril de 2024

  • Testimonio de Baltazar, 71 años. Aldea Xolcuay, Nebaj.

“Estábamos en nuestra casa cuando oímos que dispararon a nuestros compañeros en Xolcuay, luego los soldados llegaron a nuestra, aldea nos quemaron la casa, incendiaron un total de 25 casas, quemaron mi maíz y mi frijol, lo tenía en el tabanco, así es nuestra costumbre. Nosotros huimos a las montañas cuando supimos que venían los soldados, por eso no hubo muertos. Después de quemar nuestra casa ya no pudimos regresar a nuestras casas y no pudimos recuperar nuestros terrenos, cuando quemaron las casas se quemaron los documentos y nos lo robaron”

“Fuimos a la aldea Xolcuay, encontramos que los soldados dejaron escrito sobre la iglesia católica que habían matado a 118 personas, cuando llegamos había cuerpos muertos amontonados, alguna de los cuerpos de las mujeres desnudas. Lloramos. Hicimos agujeros y los dejamos ahí, no hicimos ceremonia ni nada, teníamos miedo. Este día pido al tribunal justicia”

“Nos fuimos a San Juan Ixcán, sufrimos de hambre, dormíamos entre la maleza. Hubo personas que murieron de hambre, mientras huíamos a Ixcán también había helicópteros que tiraban bombas. En el Ixcán pudimos sembrar nuestra milpa, ya la habíamos tapiscado cuando volvieron a llegar los soldados.” 

  • Testimonio de Cleto, 64 años. Originario de Chajul, departamento de Quiché.

“Los soldados se llevaron a mi hermano mayor, hermano menor y mi cuñado, por ellos estoy aquí hoy. Un domingo de febrero de 1982, pasaron los soldados y se llevaron a mi familia, vivía en Aldea Xolcuay. Estábamos en la casa cuando llegaron los soldados, todos llevaban armas. Después de todo esto me fui a la costa, ahí viví 7 años, estuve cortando caña en Escuintla. Regresé varios años después a la aldea y los soldados me reclutaron, nos obligaron a patrullar, nos dieron un arma y nos enseñaron a disparar. Antes nosotros no podíamos hablar bien porque tenemos miedo, antes no teníamos derechos y ahora sí por eso estoy aquí.”

  • Testimonio de Antonia, Xolcuay, Chaujul, Quiché.

“Antes de iniciar la milpa hacíamos oración, ese año que inició la guerra nos reunimos y oramos por lo que estaba pasando. Éramos 6 hermanos antes de iniciar la guerra, pero a dos se llevaron los soldados. Juan Chibalam se lo llevaron los soldados, dijeron que se iba a ir como soldado, pero ya no lo encontramos, se lo llevaron de la Finca San Francisco, se había ido a trabajar, se fue en mayo de 1981. Mi papá fue a buscar a mi hermano, fue a Quiché y a Huehuetenango. Después de todos estos años no lo hemos encontrado, aún lo buscamos. Han exhumado a otras personas pero aún no lo hemos encontrado.”

“El 28 de febrero de 1982, hubo mucho daño, en la Aldea Xolcuay, llegaron los soldados una semana antes y dijeron que no fuéramos a huir que se iban a reunir con nosotros ese 28 de febrero. Dijeron que iban a llegar para cuidarnos. Llegaron a pie, era domingo y empezaron a disparar. Juntaron a la gente y los mataron, eran más de 80 personas. Había mujeres y hombres, los hicieron como si fueran leña, es decir los amontonaron. Había mujeres embarazadas que les habían apretado la faja, otras mujeres les habían subido el corte a la cara, había niños y bebes de quizá una semana de vida que se los habían comido los perros y los cerdos. Muchas de las mujeres eran tejedoras o sembraban.”

“Llegaban los helicópteros y daban vueltas sobre nosotros, pero nosotros estábamos escondidos bajo los árboles, eran color verde, gritaban, pero no entendíamos. En la masacre de Xolcuay lo más impresionante que vi fue a todas las personas llorando muchos, ahí estaban muertas dos amigas mías, una se llamaba Berta Ramos y la otra Isabela Michicoc. Isabela murió con su mamá”

Fotografía por NISGUA. Ciudad de Guatemala, abril 2024

Miércoles 17 de abril de 2024

  • Testimonio de Catalina. de 72 años. Originaria de Quiché.

“Por la violencia murió mi mamá. Antes de la Violencia en Chisis celebrábamos ceremonias Mayas y llegaban las marimbas a tocar, por cualquier actividad. Los hombres sembraran la milpa, las mujeres elaboraban pita y las vendían en el mercado, los niños aprendían a trabajar y jugaban. Había muchas casas, era toda una Aldea, todos éramos de Cotzal”.

“La violencia inició cuando llegaron los soldados, no sabíamos su manera de pensar. Se murieron muchas personas. Sufrimos. El 13 de febrero de 1982 fue el día en que se murieron todos, solo algunos logramos salir, se quemaron nuestras casas. Era tiempo de tapisca. Eran las 5 de la mañana cuando llegaron los soldados, llegaron a pie porque nuestros caminos en aquellos momentos eran estrechos. Llegaron disparando. Algunos les dispararon, otros vi que les metían los machetes en el cuello. Me fui a esconder en las montañas, fueron dos días caminando.”

“Vi humo sobre las casas, se estaban quemando. Yo tuve mucha pena y no pude regresar. Ese día mi mamá murió, se quemó la casa y mi mamá quedó en ceniza. Mi mamá tenía 60 años. Solo yo escapé, mi mamá se quedó porque dijo que si huíamos íbamos a morir de hambre. Se quedaron en la casa nuestros animales y piedras de moler.”

Logró salir con su hermano Antonio, quien le dijo hay que había que esconderse porque hay mucho prejuicio contra ellos. “Viví un año en la montaña. No teníamos comida, no teníamos tortilla, solo orábamos y eso nos llenaba, cuando encontrábamos alguna fruta eso comíamos, a veces encontrábamos caña, una naranja o algún güisquil. A veces cocíamos hierbas o malangas, terminamos el año así.  Durante ese año los soldados nos buscaban como animales, si nos miraban, nos tiraban bombas. A veces nos tiraban bombas hasta dos veces, a veces se daban cuenta cuando lavábamos, algunos se murieron por eso, y otros se escapaban, parecíamos animales buscando a donde ir.”

“Como Ixiles cuando estuvimos en la montaña no estábamos felices, estábamos tristes, no es como estar en casa y poder preparar nuestras tortillas de nixtamal. Mientras estuvimos en la montaña, murió mi hija, tenía un mes de haber nacido, se murió de hambre porque no tenía pecho que darle. Ella se llamaba Ana. Cuando nos enfermábamos en la montaña utilizábamos hojas y se calmaba la enfermedad. Mientras caminábamos en la montaña, hubo un compañero que murió sentado, ya no tenía fuerzas para seguir y ya no lo pudimos mover. Murieron varias personas de hambre.”

“Yo vi cómo se estaban quemando mi casa y mis cosas, nadie me lo contó. Vine aquí con mi propio pensamiento, ya estoy grande y las autoridades que están aquí pueden hacer justicia”

  • Testimonio de Pedro, 72 años, aldea Chisis, Municipio San Juan Cotzal, Quiché.

“En febrero de 1982 estaba en la montaña cerca de la aldea porque los soldados nos perseguían. Yo ya tenía hijos en ese entonces. Mi esposa se estaba recuperando de haber parido una que murió en la montaña, se llamaba Ana. Mis otros hijos, Miguel tenía 8 años y Francisco tenía 9 años”.

“Eran las 5am cuando llegaron los soldados, salimos corriendo. Se quedó mi casa, quemaron mi casa y mis ponchos. No supe cuántos eran, no se lograban ver, mi casa quedaba a 20 cuerdas del camino. Cuando salí a ver, vi que estaban matando a las personas, me dio mucho miedo, salí corriendo con mi esposa y los hijos.  Ese día murieron muchas personas, no puede contar cuantas fueron, solo algunas lograron escapar, Había ancianos y niños, mataron a varias personas, y no sé por qué.”

“Le dieron muerte a la mamá de mi esposa, doña Manuela, ella no quiso salir de la casa entonces la encerraron y le prendieron fuego a la casa. Llegué a la casa de Antonio, mi vecino, tenía su propio cuchillo en el cuello.”

“En Chisis había como 70 casas, quemaron todo y se llevaron algunas de nuestras cosas, pero la gente los miraba pasar y nadie les decía nada. Todas las casas eran de paja, algunos ocuparon lámina, pero nosotros los pobres vivimos en paja, algunas eran de palo, no tablón.”

“Ya no regresé a Chisis, tenía miedo, me quedé en la montaña. Enterramos a nuestra hija Ana en la montaña era bien pequeñita y no tenía hueso, si la buscamos ahora no la vamos a encontrar. Murió como a los 4 meses, era bien pequeñita, bien rápido murió. No había comida, comíamos cualquier hierba, no había sal, ni carne”.

En la aldea no había armas, nadie de nosotros tenía. Nadie nos avisó que venían los soldados, si nos hubieran avisado talvez no se hubieran muerto tantas personas. Cuando estuvimos en la montaña solo vimos a los soldados y nos escondíamos de ellos.

“Nadie me obligó a venir, vine voluntariamente, somos pobres y nadie me puede ayudar. Pido a este tribunal el bien, que no vuelva a suceder lo que vivimos. Nunca lo he comentado antes, lo comento hasta hoy porque estoy ante una autoridad”

  • Testimonio de Juana 58 años. Chisis, Quiché.

“El 13 de febrero 1982 en la Aldea Chisis, se dio una masacre y murieron personas. La masacre inició a eso de las 5am, escuchamos un balazo y nos preguntamos: ¿qué habrá sido?, escuchamos los gritos de las personas y al ratito empezaron a quemar las casas, se estaban quejando y estaban ladrando los perros. Mi tío llego a avisarnos que estaban llegando los soldados, agarraron a mi tío y le cortaron la cabeza con machete. Mi tío se llamaba Francisco, ya era un señor grande. Quienes lo cortaron iban vestido de colores blanco y verdes, estaba asustada y solo pude escapar, cuando vi su cabeza en el suelo.”

“Yo tenía un hijo, pero se quedó en la casa, no logró salir, murió quemado, tenía 6 meses, se llamaba Antonio. Nunca antes habían llegado los soldados, no vimos de donde salieron. No regresamos a mi aldea, si regresábamos íbamos a morir.  A los muertos nadie los fue a enterrar, los perros se los comieron.”

“Le pido a los jueces, que nos ayuden por lo que perdimos, quedaron nuestras casas, ropas, piedras de moler, teníamos abejas, vendíamos miel a eso nos dedicábamos antes de la violencia. Es muy triste lo que vivimos, quemaron nuestras casas, quedamos sin comer, si tuviéramos a mi mama ella estaría acá acompañándome, sufrimos bastante.”

  • Testimonio de Ana, Aldea de Chisis.

“En febrero de 1982, En la Aldea Chisis, quemaron casas y se murieron mis padre y hermanos, a  quienes también los quemaron. Escuché varios disparos, escuché varias personas y niños gritaban porque se estaban muriendo. Son los soldados que llegaron a matarlos. Todos lo que llegaron, llegaron con vestimenta de soldados, eran muchos soldados y yo vi que estaban matando a las personas.”

“En mi familia ya todos estaban despiertos cuando llegaron los soldados, apenas estaba amaneciendo. Yo me asusté y salí corriendo porque eran varios disparos. Cada quien miraba que hacer, salían corriendo como pollitos.”

“Mi papá sembraba maguey, ese día iba a ir a vender en el mercado porque era un día sábado, porque él es pobre y quería su dinero, pero ese día lo llegaron a matar. Le dispararon a mi papá en la frente. A mi mamá la acuchillaron, la mataron como a un cerdo. A mis hermanos también les dispararon en la cabeza. Yo tenía dos hijos: Juana y Domingo, me llevé a mis dos hijos a la montaña conmigo”

Lograron enterrar a sus familiares, regresaron tres días después de que se fueron los soldados, los enterramos cerca de su casa. Metió a dos en un hoyo, los fue enterrando de dos en dos porque estaba asustada que los soldados regresaran. Actualmente ya los exhumaron.

“No me di cuenta si llegaron otras personas a enterrar a sus familiares, llegué rápido para poder regresarme a esconder en la montaña. Estuve mucho tiempo escondida, no recuerdo cuanto tiempo porque estuve asustada. En la montaña comíamos hierba, llorábamos del hambre, no llevábamos poncho.”

“Ni yo ni mi papa ni ningún familiar teníamos armas, no sabemos porque hizo eso el ejército, solo llegaron a matar.”

“Vine a declarar para que se haga el bien porque da mucha pena y tristeza, también quiero paz porque tengo nietos y bis nietos que no quiero que vivan eso. Vine por mi propia voluntad porque lo que pasó me da tristeza.”

Fotografía por NISGUA. Ciudad de Guatemala, Abril 2024.