Para cuando los fiscales iniciaron investigaciones sobre genocidio en el 2000, ya miles de personas en Guatemala habían contribuido a una comisión de la verdad respaldada por la ONU en la que se determinó que el Estado había cometido actos de genocidio durante el Conflicto Armado Interno. Estas personas estuvieron entre las primeras en romper el silencio sobre lo que habían vivido durante las décadas de los 70 y los 80, bajo los horrorosos gobiernos militares que gozaban del respaldo de Estados Unidos. Al cabo de más de 20 años, su fuerza se multiplica, sus historias se unen a miles de otras en un vigoroso movimiento público por la verdad, la memoria y el fin a la impunidad.

En el momento más público de este movimiento, se declaró culpable de genocidio a un dictador y, bajo la mirada del mundo entero, las y los sobrevivientes hicieron historia a pesar de los enormes desafíos que afrontaban, en una sentencia que continúa influyendo la trayectoria y el sentido de la justicia en Guatemala así como en otros países. NISGUA lleva muchos años acompañando a las comunidades en estas luchas y, durante este período, hemos observado que estos fallos no son ni el principio ni el final, y que ningún juicio relata la totalidad de la historia.

Mucho antes de que las y los sobrevivientes aporten su historia en los tribunales, las comunidades se organizan para articular, planificar, e implementar su búsqueda de justicia, con la certidumbre que su labor continuará mucho después de la culminación de un juicio y que su contribución afectará también a luchas futuras. A nivel global, la lucha de las comunidades revela el devastador alcance de la violencia estatal y sus numerosos impactos, y resalta la profunda necesidad de sanación, memoria, y cambio. Hoy, te invitamos a informarte sobre el uso que hacen las y los sobrevivientes de un sistema jurídico que a menudo se ha utilizado a favor de la represión, para alcanzar una transformación social duradera.