NISGUA habló con Maudi Tzay, una psicóloga comunitaria con el Equipo de Estudios  Comunitarios y Acción Psicosocial (ECAP), sobre el caso de Sepur Zarco y el papel integral de los procesos de sanación en los movimientos por la justicia transicional. 

Entre el 7 – 10 de octubre, Maudi recorrerá a los EEUU con NISGUA, hablando del caso. Para más información sobre la gira, haz clic aquí!

¿Cómo empezó a trabajar ECAP en la región de Sepur Zarco? ¿Cómo se empezó a hablar del tema de la violencia sexual?

El ECAP empezó trabajando en la región del Polochic en 2001 en el tema de las exhumaciones. Allí, las mujeres hablaban mucho de lo que paso en sus comunidades y de la desaparición de sus esposos. Pero cuando empezaron a hablar de lo que paso a ellas fue en el ano 2003 y fue  dentro del espacio psicosocial, así surgió la iniciativa de trabajar con el tema de la violencia sexual.

Era un tema silenciado; había miedo todavía de hablar del tema de violencia sexual. Paso mucho tiempo todavía para que las mujeres lograron consolidarse como un grupo de mujeres víctimas de violencia sexual. Ellas siempre hablan mucho del tema de romper el silencio, porque había una necesidad  grande de ellas de ser escuchados y hablar de lo que les paso.

Dentro del proceso mismo de las mujeres, empiezan a trabajar justamente como les había afectado a ellas. Y es allí, donde empieza a surgir todo el tema de la culpa, de la vergüenza, del tema de violencia sexual que no se habla, del tema de la culpa que la comunidad también les otorga a ellas. Por eso era el miedo de hablar sobre este tema, por la etiqueta que les ponían. A muchas mujeres, le llamaban las “mujeres de los soldados”. Muchos peyorativos que se usaban. Siempre refiriéndose a las mujeres. Y claro, se empieza a surgir por el tema que las mujeres mismas lo buscaban. Que también era ellas las que lo buscaban, y por eso, paso lo que les paso. Eso es el plus que tiene el tema de violencia sexual – porque se les genera culpa a las mujeres. Dicen que ellas lo buscaban.

Primero fue la desaparición de sus esposos, y como ya no tenían esposos, decían que las mujeres buscaban lo sexual con los soldados. Así que también, se genero mucha culpa a ellas, más por haber sido viudas.

¿Cómo surgió la metodología de acompañamiento psicosocial?

Se hicieron muchas metodologías – unas funcionaban y otras no funcionaban. Lograron una metodología a través del arte, lo cuál fue una metodología más afectable. Ellas hacían murales, pintaban, y hacían esculturas, siempre con la lógica que cuando lo hacían, lo hablaron sobre lo que les paso. Es una metodología muy importante porque tu estas haciendo algo a través del arte con tus manos, usando la imaginación, la creatividad, pero también a la ves, estas hablando de un tema muy grave y muy doloroso. La intención era de que no se sintieran mucho más afectadas de hablar de lo que paso.

También, se empezó a dar cuenta que este tema no solo afecta a la víctima, no es solo una problemática con la víctima, sino al nivel nacional e internacional. Allí empezó otros procesos, por ejemplo, con los líderes comunitarios, con los jóvenes, con otras mujeres también que les había pasado lo mismo, de otras comunidades, así que se empieza a abrir más campo en ese tema. Se empieza a involucrar a los de la comunidad. La violencia sexual pasa cotidianamente y es un continuum. Por eso, se arma todo un trabajo social.

Cuando ellas empezaban a entender que no era su culpa, empezaron a hablar del tema de la justicia. Pero [al inicio], no era una mirada de llegar a un tribunal, como lo que paso realmente, sino hablaron más de procesos, de actos simbólicos. A partir de allí, surgió la idea del Tribunal de Conciencia en 2010, donde las mujeres – no solamente del caso de Sepur, sino que las mujeres de Chimaltenango y Huehuetenango, que también ya tenían otros procesos – empezaron de hablar sobre este tema, que era necesario juzgar la violencia sexual a partir de un acto simbólico.

Las mujeres del Sepur Zarco, dijeron que “Nosotros, si queremos llevar nuestro caso a un tribunal.” Y allá, se empezó a construir el caso.

¿Cómo surgió los procesos de formación y incidencia política con las mujeres?

UNAMG siempre ha aportado en la formación política de las mujeres; fortalecía el hecho, por ejemplo, que las mujeres tienen derechos y que las mujeres pueden hablar, que las mujeres pueden participar en los procesos.

UNAMG daba esa parte de la formación política, y ECAP, la apoyo psicosocial. Y CONAVIGUA, ya digamos, fue mas por el tema de las viudas, y lo que les paso, y por el tema de la desaparición de sus esposos, y de los resarcimientos. Entonces cada institución tenia su especificidad, y hasta se formó el Consorcio [Actoras de Cambio]. Por intereses de cada institución, el consorcio no sigue, pero se convirtió en la Alianza – conformado por MTM, UNAMG y ECAP.

Durante el juicio, salió uno imagen muy emblemático – de la testiga sobreviviente, acompañada por una psicóloga a un lado y una traductora al otro lado. ¿Para ti, que representa este imagen?

Yo creo que representa esa Alianza, pero la Alianza no solo se entiende  al nivel institucional, pero también esta lo de las mujeres. Cuando se ve este imagen, siento que es un gran paso para las mujeres. Es como estar donde nunca lo pensaban estar.

[También es significativo] que tengan el paraje. Te estén diciendo que si  hablas, algo te puede pasar. No esta permitido todavía hablar porque existen represarías. Creo que ese esa la lectura que yo podría dar. De que están las mujeres, están las personas que les han acompañando, es un momento también histórico en nuestro país, y para las mujeres, hablar por primera ves ante un juez hombre, lo cuál también la da otro tinte. Es un tema de violencia sexual y que un hombre les este escuchando fue muy importante para el caso. Ellas no estaban allí solas,  hay  hombros que les estaban acompañando durante años. No es un trabajo tampoco de dos, tres años, sino  más de 10 años. Eso demuestra la  fotografía.

¿Que significa el caso legal en el proceso de la sanación de las mujeres?

En si, lo legal, también viene a ser una parte de la sanación, claro que no corporal, sino en el sentido de reforzar la idea de que las mujeres no tuvieron la culpa. Creo que eso  da entender la sentencia como tal, pero también me parece  que la sentencia viene a decirle a las mujeres “Les creemos.” De creerle la historia a las mujeres. Fue muy importante  que el tribunal iniciara dentro de su dictamen indicando eso, que la prueba más importante para la sentencia era el testimonio de las mujeres.

Más allá de las medidas de la reparación, el hecho que hayan condenado a los culpables viene a sanar, a reivindicar a las mujeres. Eso es muy importante, verdad, porque ellas lo han dicho. Si nos creen, demostramos que no estamos diciendo mentiras, y que si hay culpables. Eso es lo que significa la sentencia para las mujeres.

Hablaste del hecho que la violencia sexual es un tema universal. ¿Cuál es son los lecciones transfronterizos del caso de Sepur Zarco?

Hablar de conflictos o hablar de guerras, la población más vulnerable siempre van a ser las mujeres, los niños y las niñas. En estas regiones militarizadas, siempre existe un riesgo para las mujeres. El tema de la violencia sexual, siempre implica el tema del patriarcado y muchos de nuestros países son altamente patriarcales. El tema del patriarcado también tiene relación con los países que de alguna forma tienden a oprimen a otros países.

El caso de Sepur Zarco da mucho aprendizaje en este tema. ¿Quiénes son los victimarios del caso Sepur Zarco? Se supone que son las autoridades que debían de haber dado seguridad a la población y no, fue todo lo contrario. Creo que también como población civil, nos creemos que los soldados cuidan a la gente o cuidan  nuestro país. Pero nos damos cuenta que en muchos países, ocurre todo lo contrario. Hablando sobre militares y zonas militarizadas, siempre existe el riesgo de la violencia sexual en contra de las mujeres y la niñez.

Habían (y hay) otros países que tenían intereses fundamentales aquí en Guatemala y necesitaban del Estado – en este caso, el Estado  representado por el gobierno y el gobierno, obviamente, tenia relación con los militares. Y lo que pasó en la región de Polochic, por ejemplo, todo el tema de las fincas, los terratenientes necesitaban a los soldados para que ellos pudieran mantener y seguir despojando tierras a la población.

[Otros países, como los EEUU] también juegan ese papel de estar siempre al lado del opresor. Porque sin el opresor no tendría como. No fuera opresor, si no tuviera ese poder  de oprimir, ¿verdad?

Aquí, están permitidos los desalojos pero lo que no esta permitido es la violencia sexual o las torturas que se da dentro de los desalojos. Se sigue repitiendo el mismo sistema de la violencia sexual. Nos damos cuenta de que todas las violaciones a los derechos humanos que se dan, tienen relación y es histórico. Siguen utilizando las mismas estrategias para poder llevar a cabo los intereses de la oligarquía, y dentro de la oligarquía, los otros países que están interesados, sobre todo, en la tierra.

¿Cómo se puede trascender el trabajo de la Alianza a otras luchas en contra de la violencia?

En el intercambio del caso con otras experiencias, es allí donde se puede transciende. En los casos de violencia sexual, todas los experticias a nivel profesional aportan para que: no se de la revictimización y para que se pueda garantizar la seguridad y la integridad física de las víctimas; en lo legal, existan leyes o  medidas que favorecen a la víctima; en lo política, que las mujeres pueden comprender que son sujetas de derecho, que pueden defender su derechos, que hay necesidad para exigirles. Al final, vemos que todo el trabajo que implico el caso Sepur Zarco trasciende los países. Impulsar casos bajo un  litigio estratégico aporta para una atención integral para la víctima.

Para poder exigir justicia de manera conscientemente  es importante también para todas las víctimas. No es solo para la atención a la víctima,  sino que también aporta mucho a la prevención de la violencia sexual, para que nunca se vuelva a repetir en ninguno otro país, lo que  justamente  piden las mujeres. no queremos que en ninguna otro país, que ninguna mujer  sufra lo que las mujeres del caso Sepur sufrieron. Entonces, eso obviamente implica trascender fronteras.