Lunes 29 de abril

Audiencia acompañada por Autoridades Indigenas Ancestrales de la región Ixil

  • Primera testiga Petrona López de Paz,  Estrella Polar

La testiga vivía en Estrella Polar el 23 marzo de 1982,  cuando soldados vestidos de color pinto portando armas de fuego llegaron a la comunidad, alrededor de las 5 de la mañana y les dijeron que iba a haber una reunión.

“Llegamos enfrente de la iglesia católica, nos separaron, a las mujeres en un cuarto, a los hombres los encerraron en otro cuarto como 5 horas, hasta al alcalde encerraron ahí. Estábamos tristes, las mujeres se pusieron a llorar, cuando escuchamos una granada en la Iglesia con mayor razón empezamos a llorar. ¿Por qué matan a mi esposo, si sólo somos trabajadores? dijeron ellas. Se escucharon otros disparos y dijimos qué vamos a hacer, de plano que nos vamos a morir todas, vimos como arrastraron los cadáveres de la Iglesia, como si fueran perros y lloraban muchas personas.”

La testiga continua su relato diciendo que alrededor de la 1, los soldados mataron unos cerdos y vacas para comer:  “Fue ahí cuando salimos, nos fuimos unos a la montaña, otros a la selva. Esa noche llovió demasiado y cuando amaneció estabamos empapados. Al día siguiente fueron a quemar el resto de las casas y disparar a nuestros cerdos y caballos.”

La testiga relata que se refugió en la montaña 9 años, asediados por helicópteros y aviones que tiraban bombas:  “Siempre nos llegaban a buscar los soldados, nos turnabamos para vigilar y avisar cuando venían los soldados, ibamos de montaña en montaña. Ahí, ya eramos pobres, ya no teníamos nada, lo habían quemado todo. Pasamos hambre y sed, no había que comer, lo único que había en la montaña era hierba de San Juan, eso fue lo que comimos. Mi esposo todavía alcanzó a sembrar una cuerda de milpa en la montaña y cuando estaba a punto de dar elote, llegaron los soldados a cortar la milpa.” La testiga también relató que dos de sus hijos, uno de 10 años y otro de 6 meses murieron mientras estaban en la montaña y que otras personas también fallecieron de hambre.

“Ellos querían acabar con nosotros, acabar con todo.  Yo no sé que pasaba en la mente de ellos. Ellos querían que nos muriéramos de hambre, que nos acabáramos todos. Ahora puedo hablar, tengo mis derechos, hay paz, ya podemos salir sin miedo. Nadie me obligó a venir, como somos bastantes, nos organizamos. Yo lloré, yo sufri, estoy en mi derecho de venir a hablar, como el resto de personas que perdieron a sus familiares.”

  • Ambrosio Santiago, 81 años, Xix, Chajul

El segundo testigo del día es originario de Xix y tiene 81 años de edad. Testificó sobre los hechos ocurrdidos el 16 Febrero de 1982 en la aldea Xix, día en que los soldados llegaron a quemar casas, asesinar a mujeres, niños y ancianos, incluidos su tío y su abuela. El tesigo declaró:

“Si yo no me hubiera ido de la casa, ellos me hubieran matado con mi esposa y mis hijos. Me fui, quemaron mi casa, yo estaba muy confundido.” El testigo narra que fue a pedir posada con uno de sus hermanos en Sumal Chiquito y permaneció ahí dos meses, hasta que  los soldados llegaron a esa comunidad con Patrulleros (Patrulleros de Autodefensa Civil, PACS), por lo que fueron a otra comunidad llamada Amajchel, donde estuvieron por 6 meses hasta que llegaron ahí los soldados también y finalmente salieron hacia la montaña:

“Tuvimos que escondernos, si no lo hacíamos, nos iban a matar como animales, eso eramos para ellos. Fuimos a la montaña con mi esposa, mis hijos y la máma de mi esposa, ella murió y la tuvimos que enterrar en la montaña. No teníamos bebida, ni comida, lo que los soldados querían era que muriéramos de hambre.”

El testigo continúa relatando el constante asedio de los soldados:

“Llegaban en helicóptero a tirar mortero, bomba, a veces hasta tres veces al día. A muchas personas que estaban escondidas las alcanzaban a otras no. Eso fue lo que nosostros vivimos, no es ninguna broma o invento, lo vimos con nuestros ojos, es un gran desastre lo que hicieron. Entonces aquí estoy yo dando mis declaraciones porque aquí es donde imparten la justicia, hasta niños mataron y que culpa tenían ellos. Ya lo vivimos, entonces vengo aquí para aclarar lo que yo vi, vengo a hablar con la verdad.”

“Cuando se escuchaba que ya no estaban matando a personas, regresamos. Los soldados nos pusieron a hacer Patrullas, nos dieron arma y teníamos que cumplir orden, si no hacías caso te golpeaban, ya tenían un destacamento y teníamos que llevarles leña cada 15 días.  Eso fue lo que nos hicieron, pasamos por penas, pero ellos no lo reconocen.”

“Yo padecí de hambre, de sed, estuve sin calzado, es lamentable lo que me pasó. Pedimos que se haga justicia, imagíanese a las personas que ya fallecieron junto con sus hijos, ya nos los podemos ver.”

  • Declaración de perito: Arqueólogo Alvaro González

El Arqueólogo Alvaro González realizó el peritaje para la Fundación de Antropología forense de Guatemala (FAFG ).

El peritaje trata sobre la exhumación  realizada el 21 de agosto del 2006 en el municipio de Chajul. Dicha exhumación, tuvo el objetivo de recuperar restos de una fosa clandestina y recopilar indicios del momento o la forma en que fueron depositados los restos humanos. El perito resaltó la importancia de realizar el trabajo con el acompañamiento de los familiares quienes indicaron el área a explorar. Previo a empezar, se realizó una ceremonia en la cual se rezó, se llevaron flores, inciensos, “lo cual es sumamente importante para los familiares y una muestra de respeto”.

El perito testificó que se localizó el montículo donde estaba la fosa. Se localizó ropa, un ataud de madera, una osamenta incompleta de un infante de aproximadamente entre tres y seis años.

  • Juana Aguilar Gómez de 61 años, aldea Jauventau, San Juan Cotzal, Chajul.

El 23 de enero de 1982, llegaron alrededor de 50 soldados a Jauventau como a las 7 de la mañana y rodearon su casa, en la que vivía con su esposo, su suegra, su cuñada, y un hijo de año y medio.

“Llegaron los soldados y quemaron mi casa, agarraron a mi esposo y ya nunca mas lo volví a ver. Acusaron a mi esposo de tener armas. Me pusieron un arma en la cabeza e intentaron quemarme, me tenían agarrada cuando quemaron mi casa, forcejeaba, a mi esposo se lo llevaron con las manos atadas a la espalda, cuando pude lentamente me fui entre unos árboles, así logre sobrevivir.” Su esposo aún se encuentra desaparecido.

La testiga relato que durante su refugio en la montaña pasaban los helicópteros del ejército y les tiraban bombas. Cerró a las preguntas de la querella de la siguiente manera:

“Viné a decir lo que me pasó, pido que la ley sea aplicada a la persona que hizo esto, yo sufrí,  quede viuda, quemaron mi mazorca, mi ropa, mi casa, mis animales, no me dejaron nada, lo que yo quiero es que se haga justicia.”

Fotografía por NISGUA. Ciudad de Guatemala. Mayo 2024.

Martes 30 de abril del 2024 

  • Félix Gallego Brito, 72 años, originario de Xachmoxan, Chajul

El  25 de octubre el testigo vivía en la aldea Chel. Alrededor de las 8 de la mañana llegaron cerca de 25 soldados vestidos de kaibil y cometieron una masacre en la comunidad, asesinando con machete a aproximadamente 124 personas, incluidos mujeres, niños y ancianos. El día de la masacre, los soldados también quemaron las casas, las cosechas y se llevaron los animales al destacamento que el ejército tenía en la Finca La Perla, a aproximadamente dos horas de la comunidad.

Una semana antes de la masacre, el ejército entró a la comunidad y se llevó a su pápa, quien era curandero de la comunidad y previamente había tenido un cargo de autoridad.

El testigo relata que el día de la masacre, los soldados lanzaron tanto cuerpos como a personas vivas a un río cercano desde un puente. Tuvieron que sacar cuerpos del río para enterrar a las personas en un hoyo. El testigo perdió ese día a tres de sus hermanos. Después se refugió en la montaña, con su conviviente y sus hijos

“Venimos acá, porque nosotros perdimos todo lo que teníamos, nos quedamos sin nada en ese momento y hemos luchado, y perdimos a familiares en ese tiempo, y yo estoy aquí de nuevo con esa esperanza, de que el gobierno nos ayude, porque perdimos todo y nos está costando bastante, queremos que el gobierno tomé en cuenta eso.”

  • Pedro López Brito, 69 años, originario de la aldea Palop, Nebaj

En febrero de 1982, en la aldea Palop el ejército llegó y entró a la casa de su hermana. Muchas personas de la comunidad, incluyendo él y su familia huyeron. Cuando él pudo regresar al día siguiente, vio que en el patio habían torturado a su hermana, quien todavía tenía un lazo en el cuello y a su sobrina de dos años la degollaron. Ese día, los soldados quemaron tres casas.  “Todavía había unas casas y los velaron una noche. Los enterramos en el cementerio de la comunidad. Estábamos enterrando a mi hermana, cuando el ejército bajó nuevamente y asesinó a 5 personas.”

Tras este masacre, las personas huyeron a la montaña, él en ese entonces tenía un hijo de 45 días de nacido: “Queremos justicia de todo lo que nos pasó, la cicatriz no se borra.”

  • Francisco Cabá, de Ilom, Quiché

El 15 de enero de  1982, él se encontraba en su casa. A eso de las 10 de la noche llegaron los soldados y agarraron a 15 personas, como a las 2 de la mañana, los agarraron y los llevaron a la Finca La Perla: “quisieron acabar con todos nosotros con el argumento de que eramos guerrilleros.”  De este grupo de personas que fueron llevadas por ejército, solo lograron ubicar los restos óseos de 6 personas, que fueron encontrados en una cueva.

El 18 de febrero el testigo había salido al campo a trabajar, pero los soldados entraron de nuevo a Ilom, llevaban armas Galil (de fabricación israelí) junto con mozos de la Finca La Perla con armas de M1.  Encerraron a entre 18 y 20 niños, hombres, mujeres y personas mayores en sus propias casas y les prendieron fuego.

El 23 de marzo de 1982, llegó un batallón de soldados y personas de La Perla, a quienes el patrón de la Finca había obligado a unirse a los soldados.  Ese día, un soldado llegó a su casa y le dijo en castellano que sacara a todas las personas que vivían en la casa y que fueran a la plaza porque iba a haber una clase.

“Toda la comunidad bajó, porque nosotros no les debíamos nada ni a los soldados ni a la guerrilla. Ellos nos dijeron ‘hoy van a recibir pan con café’, supongo que pan era el balazo. Nos llevaron a todos los hombres – incluidos niños- a la iglesia católica, yo llevaba a uno de mis hijos en el brazo, sobrevivió también. Pero los soldados, empezaron a sacar a las personas de dos en dos, les decían que caminaran hacia una dirección y les disparaban. Incluso si no morían, les remataban. Domingo Sánchez fue el último que murió ese día. Gracias a Dios no morí ese día.”

Entre la una y las dos de la tarede, los soldados les indicaron a las mujeres que fueran a buscar tortilla, frijol, y café para los soldados, y ellos se comieron los cerdos y gallinas de las personas. Posterior a la masacre, el teniente presente les indicó que tenían que cavar un hoyo para enterrar a las personas, incluso les indicó la profundidad que tenía que tener el hoyo “’para que no salgan esos guerrilleros’ dijeron, pero cómo iban a salir si ya estaban muertos. Estas personas ya fueron exhumadas, ahora se encuentran en el camposanto.”

“Los soldados nos dijeron que nos fueramos, a la costa o a Chajul, pero ya no había puente para pasar, nos dijeron ‘si no se van de forma inmediata, les vamos a quemar el culo’, es decir, que nos iban a quemar.”  El testigo relata que más de la mitad de las personas sobrevivieron y fueron desplazadas:

“Fuimos a la Finca Santa Delfina y estuvimos un año ahí trabajando sin recibir ninguna renumeración. Ahí murieron 150 niños por el frío, el hambre, el susto, incluida una de mis hijas llamada Engracia Cabá Cabá Boj, quién murió cuando tenía 20 días de nacida.”

“Lo digo porque lo ví con mis propios ojos, es pecado mentir y yo no invento nada de lo que sucedió. Lo ví con mis propios ojos.  Más que otra cosa, pido justicia, no quiero dinero, porque todos los gobiernos que han pasado han sido corruptos. Lo que sé es que era Lucas García el presidente cuando quemaron Ilom, porque yo lo veía en las noticias. La quema de nuestras cosechas, nuestras casas, nuestros animales, nos sigue afectando mucho. Nosotros no hemos recibido una compensación por todo lo que nos sucedió, lo que yo vengo a contar acá es lo que realmente ví.”